Read Anywhere and on Any Device!

Special Offer | $0.00

Join Today And Start a 30-Day Free Trial and Get Exclusive Member Benefits to Access Millions Books for Free!

Read Anywhere and on Any Device!

  • Download on iOS
  • Download on Android
  • Download on iOS

Secretos del Panóptico

Adolfo Leon Gomez
4.9/5 (31649 ratings)
Description:Caminar por sus corredores atormenta, pues se siente la presencia de un dolor que guardan sus rejas y muros fríos. El Panóptico quedaba a las afueras de la ciudad; entonces Bogotá se llamaba Santa Fe y no era más que un poblado de casas. Se fundó en 1823 con la idea de hacer una cárcel moderna al estilo de la vigilancia panóptica, idea diseñada por Jeremy Bentham en la que se puede observar a todos los presos. Por eso su forma en cruz y las rejas en las convergencias que permiten ver desde el centro los tres pisos del edificio.Fue la cárcel más terrible de Colombia durante parte del siglo XIX y principios del XX. Allí fueron a terminar la gran mayoría de presos políticos durante la Guerra de los Mil Días, cuando estar en contra del gobierno, era motivo suficiente para ser encarcelado. Uno de ellos fue el liberal Adolfo León Gómez, quien escribió el libro Secretos del Panóptico, donde relata con minucia y detalle los vejámenes que ocurrieron en este centro penitenciario que actualmente es la sede del Museo Nacional de Colombia.Cuando llegó León Gómez a la cárcel lo metieron a una celda llamada «La Escuela» que era a donde iba “la gente decente”; un cuarto frío de ladrillos con colchones tirados por todos lados y supremamente húmedo. Más allá, en la esquina norte, sobre la actual carrera Séptima, estaban los baños, una reja que daba al caño de desagües que salía a la calle y donde todos tenían que hacer sus necesidades. “El que allí se colocaba era visto por todos los habitantes del local, y tenía encima las inclemencias del cielo, y debajo el infecto vapor de tifus, disentería y demás miasmas de muerte que pueblan el Panóptico”, escribió en sus memorias.En el segundo piso había piezas que tenían nombre propio, como «El Coso», «La Jaula», «El Cuarto de los Osos», «La Culebrera» y «La Gusanera», esta última porque eran tanto los presos acumulados allí que al despertar los hombres parecían enjambres de gusanos. Les esculcaban la poca comida que entraba, inclusive el autor recuerda como un carcelero leproso metía sus manos entre los tamales a ver si venía alguna carta revolucionaria.El hambre y el frío eran tal que todos tenían que comer y agazaparse en el piso helado como bebés recién nacidos. “Una de las cosas que me causaron más lástima en los mencionados infelices fue el frío. Este, sobre todo en las horas de la mañana, es sumamente penetrante en los enormes, abiertos y húmedos Rastrillos del panóptico, porque allí jamás entra el sol y siempre reinan los vientos opuestos, que introducen por entre las rejas las yertas lloviznas de los días de invierno y el sereno de las noches claras. Si ese frío era intenso para los que teníamos franela, chaleco, saco y además sobretodo, bayetón o ruana, cuánto más no lo sería para los demacrados calentanos del Tolima apenas abrigados por sus rotas camisas y sus deshilachadas ruanitas, y por añadidura, muertos de hambre”, cuenta León Gómez.Todo era un sistemático método de tortura por los guardias que les vigilaban: cuando intentaban cubrir las ventanas con esteras para disminuir el frío, les disparaban a los reos. En las noches pasaban gritando para no dejar dormir y otras veces se escuchaban gritos de dolor de los castigos bárbaros que allí se empleaban; como por ejemplo «El Cepo», una madera donde colgaban boca abajo a los presos y a los quince minutos de tortura era imposible contener los gritos producidos por las llagas en los pies y la sangre agolpada en la cabeza.«La Picota», otro de los tormentos que se efectuaban en el centro penitenciario, y que curiosamente lleva el mismo nombre de la actual cárcel de Bogotá y a donde fueron trasladados los presos del Panóptico en 1946, consistía en amarrar en el patio al preso a la intemperie del clima de manera que nunca pudiera caminar erecto y tuviera que rodear eternamente el madero al que se le amarraba. Allí lo dejaban semanas y tenía que hacer sus deposiciones en el mismo camino que debía pisar para moverse. También estaba «El Mico», que era un pedazo de madera que amarraban al reo y que este debía cargarlo como si fuera un bebé. Y las pesadas cadenas que a veces le ponían indiscriminadamente a los presos, y que además de dificultar la movilidad, no permitían conciliar el sueño por el ruido que hacían.En la mitad de la estructura arquitectónica hay cuatro cuartos que se les llamaban «Solitarios» y eran cuarto oscuros donde encerraban al preso sin poder ver la luz del sol, ni hablar con nadie durante meses, yerto de frío y sin poder dormir. Todavía existen en el museo y es donde se exponen obras sensibles a la luz, como miniaturas o telas frágiles. También estaba el castigo más cruel, según el autor: «El Baño». Consistía en llevar a un preso a la mitad del patio en horas de la mañana, lo desnudaban y lo lanzaban a un pozo helado, verde y maloliente, amarrado por el pescuezo. El reo, por instinto, nadaba a la orilla y allí lo recibían los guardias a bayonetazos, cuando intentaba ir al otro la...We have made it easy for you to find a PDF Ebooks without any digging. And by having access to our ebooks online or by storing it on your computer, you have convenient answers with Secretos del Panóptico. To get started finding Secretos del Panóptico, you are right to find our website which has a comprehensive collection of manuals listed.
Our library is the biggest of these that have literally hundreds of thousands of different products represented.
Pages
Format
PDF, EPUB & Kindle Edition
Publisher
Imprenta M Rivas & C.
Release
1905
ISBN

Secretos del Panóptico

Adolfo Leon Gomez
4.4/5 (1290744 ratings)
Description: Caminar por sus corredores atormenta, pues se siente la presencia de un dolor que guardan sus rejas y muros fríos. El Panóptico quedaba a las afueras de la ciudad; entonces Bogotá se llamaba Santa Fe y no era más que un poblado de casas. Se fundó en 1823 con la idea de hacer una cárcel moderna al estilo de la vigilancia panóptica, idea diseñada por Jeremy Bentham en la que se puede observar a todos los presos. Por eso su forma en cruz y las rejas en las convergencias que permiten ver desde el centro los tres pisos del edificio.Fue la cárcel más terrible de Colombia durante parte del siglo XIX y principios del XX. Allí fueron a terminar la gran mayoría de presos políticos durante la Guerra de los Mil Días, cuando estar en contra del gobierno, era motivo suficiente para ser encarcelado. Uno de ellos fue el liberal Adolfo León Gómez, quien escribió el libro Secretos del Panóptico, donde relata con minucia y detalle los vejámenes que ocurrieron en este centro penitenciario que actualmente es la sede del Museo Nacional de Colombia.Cuando llegó León Gómez a la cárcel lo metieron a una celda llamada «La Escuela» que era a donde iba “la gente decente”; un cuarto frío de ladrillos con colchones tirados por todos lados y supremamente húmedo. Más allá, en la esquina norte, sobre la actual carrera Séptima, estaban los baños, una reja que daba al caño de desagües que salía a la calle y donde todos tenían que hacer sus necesidades. “El que allí se colocaba era visto por todos los habitantes del local, y tenía encima las inclemencias del cielo, y debajo el infecto vapor de tifus, disentería y demás miasmas de muerte que pueblan el Panóptico”, escribió en sus memorias.En el segundo piso había piezas que tenían nombre propio, como «El Coso», «La Jaula», «El Cuarto de los Osos», «La Culebrera» y «La Gusanera», esta última porque eran tanto los presos acumulados allí que al despertar los hombres parecían enjambres de gusanos. Les esculcaban la poca comida que entraba, inclusive el autor recuerda como un carcelero leproso metía sus manos entre los tamales a ver si venía alguna carta revolucionaria.El hambre y el frío eran tal que todos tenían que comer y agazaparse en el piso helado como bebés recién nacidos. “Una de las cosas que me causaron más lástima en los mencionados infelices fue el frío. Este, sobre todo en las horas de la mañana, es sumamente penetrante en los enormes, abiertos y húmedos Rastrillos del panóptico, porque allí jamás entra el sol y siempre reinan los vientos opuestos, que introducen por entre las rejas las yertas lloviznas de los días de invierno y el sereno de las noches claras. Si ese frío era intenso para los que teníamos franela, chaleco, saco y además sobretodo, bayetón o ruana, cuánto más no lo sería para los demacrados calentanos del Tolima apenas abrigados por sus rotas camisas y sus deshilachadas ruanitas, y por añadidura, muertos de hambre”, cuenta León Gómez.Todo era un sistemático método de tortura por los guardias que les vigilaban: cuando intentaban cubrir las ventanas con esteras para disminuir el frío, les disparaban a los reos. En las noches pasaban gritando para no dejar dormir y otras veces se escuchaban gritos de dolor de los castigos bárbaros que allí se empleaban; como por ejemplo «El Cepo», una madera donde colgaban boca abajo a los presos y a los quince minutos de tortura era imposible contener los gritos producidos por las llagas en los pies y la sangre agolpada en la cabeza.«La Picota», otro de los tormentos que se efectuaban en el centro penitenciario, y que curiosamente lleva el mismo nombre de la actual cárcel de Bogotá y a donde fueron trasladados los presos del Panóptico en 1946, consistía en amarrar en el patio al preso a la intemperie del clima de manera que nunca pudiera caminar erecto y tuviera que rodear eternamente el madero al que se le amarraba. Allí lo dejaban semanas y tenía que hacer sus deposiciones en el mismo camino que debía pisar para moverse. También estaba «El Mico», que era un pedazo de madera que amarraban al reo y que este debía cargarlo como si fuera un bebé. Y las pesadas cadenas que a veces le ponían indiscriminadamente a los presos, y que además de dificultar la movilidad, no permitían conciliar el sueño por el ruido que hacían.En la mitad de la estructura arquitectónica hay cuatro cuartos que se les llamaban «Solitarios» y eran cuarto oscuros donde encerraban al preso sin poder ver la luz del sol, ni hablar con nadie durante meses, yerto de frío y sin poder dormir. Todavía existen en el museo y es donde se exponen obras sensibles a la luz, como miniaturas o telas frágiles. También estaba el castigo más cruel, según el autor: «El Baño». Consistía en llevar a un preso a la mitad del patio en horas de la mañana, lo desnudaban y lo lanzaban a un pozo helado, verde y maloliente, amarrado por el pescuezo. El reo, por instinto, nadaba a la orilla y allí lo recibían los guardias a bayonetazos, cuando intentaba ir al otro la...We have made it easy for you to find a PDF Ebooks without any digging. And by having access to our ebooks online or by storing it on your computer, you have convenient answers with Secretos del Panóptico. To get started finding Secretos del Panóptico, you are right to find our website which has a comprehensive collection of manuals listed.
Our library is the biggest of these that have literally hundreds of thousands of different products represented.
Pages
Format
PDF, EPUB & Kindle Edition
Publisher
Imprenta M Rivas & C.
Release
1905
ISBN
loader